"¿Cómo fue que hasta ahora te asumiste como creativo?", pregunta lógica que me fue lanzada; le diseñé una respuesta en apariencia paradójica: la experiencia de la inmadurez.
Revelarse uno mismo como 'inmaduro' contraviene al ego y al ente racional cuyos inútiles intentos por gobernarnos no cesan. Esta sensación provoca cerrazón. El cerebro percibe el peligro y te detiene. ¿Cómo reconocer que uno es capaz de ignorar?, ¿lo que todo mundo en la industria debería saber y sabe ya, en serio?, ¿cómo no puedes encajar en el perfil convencional de un publicista, con ese bluff pedante, y esa urgencia por sanar a toda costa el miedo a ser anónimo compartiendo cuanto hace en cuanta red social tenga a la mano?
Simple, porque, en retrospectiva, confirmo que me obsesiona la originalidad. Huyo lo más posible de los caminos con huellas; no siempre lo logro, por supuesto. Y ser original implica ser auténtico. Y mi auténtico yo no cohabita en los moldes de un publicista meramente comercial ni de farándula, sintiéndose creador omni-disciplinario.
Si he venido sobre el trayecto de alguien más, es debido a mi ingenuidad, mis coincidencias no son preconcebidas. Lo que preconcibo es el 'por dónde no', nunca el replicar fórmulas. Si en el andar encuentro huellas, son mínimas, lo que aún sacia mi avidez por ser lo más original posible; obligándome a partir, siempre, desde la ignorancia, la hace, valga la redundancia, posible.
Para mí, hay dos criterios a tomar en cuenta al reflexionar en torno a las corrientes que dicen: 'es imposible ser original'.
No hay virtud en robar, punto; lo que sea, aún y sea a nombre del bien y la creatividad, aún y dando crédito.
Ya veo a un ladrón de autos el darle crédito al dueño por haber tenido la iniciativa de haberlo comprado. ¿No es lo mismo un carro que una idea?, cierto, tienes razón, es más trascendente una idea.
Y justo, es la tergiversación consensuada del término 'creatividad' la roca sobre la cual construyen su iglesia los pensadores de esta corriente.
Dicen: "La creatividad es unir lo existente en 'nuevas' formas para resolver problemáticas de una manera distinta, eficiente". Aún el magnánimo Da Vinci 'le robaba' a alguien, John Lennon, Einstein y compañía no se diga. Un artista no roba, no sería auténtico. Un científico menos, no habría un conocimiento nuevo.
'Nuevo', 'nuevas formas de resolver problemas'... habremos entonces de encontrar una palabra distinta a 'nuevo' para referirnos a sus resultados, puesto que 'nuevo' lleva implícito algo nunca antes visto, por lo tanto, original. Se contradicen.
Ellos no robaban, indagaban, hipotetizaban, hacían su research para inspirarse, encontrar sus caminos propios. No mientan, eso no es robar, es el método creativo y científico.
¿Quizá 'novedoso'?, que refiere a algo así como 'nuevo a medias'. Un 'artista ladrón' entonces aspira, a lo sumo, a crear algo 'novedoso', no nuevo, mucho menos original ni creativo, pero con sus matices de 'ah, mira, algo un poco diferente'.
Es un camino válido, puede que no me guste y no esté de acuerdo, pero lo acepto porque, hey, yo mismo tengo un concepto de marca edificado 100% sobre la idea de conectar puntos.
Reconozco que ese proyecto es creativo, mas no necesariamente original ni innovador. Sobre ello destilo el segundo criterio.
¿No te gustaría algo en serio real?
Esta pregunta me es adictiva. Si mi aspiración, a diferencia de los 'novedosos', es ser genuino, auténtico, real, ¿dónde está ese portal a cruzar para mi iniciación en lo que es real?
No existe, para mi infortunio (o al menos hasta lo que sé), alguien que te dé la opción de elegir la píldora roja o azul, pero existe un momento muy similar al que te puedes enfrentar en cualquier momento, al que me enfrenté hace unos minutos al comenzar a escribir lo que lees justo ahora: un espacio en blanco.
No existe algo más atemorizante para un creativo, una mujer u hombre de negocios o para un científico que una espacio en blanco, donde no hay guías previas ni estructuras sobre las cuales construir.
Pero es curioso cómo, a pesar de ser un lienzo inmaculado, donde las posiblidades son todas, le atribuimos las normas que tenemos precargadas, nuestras creencias limitantes establecidas por la inercia de vida en la que estamos inmersos, por la experiencia o inexperiencia que tengamos.
Es LA prueba de fuego. No apta para cualquiera. Hacerse camino al andar, como dice el clásico, no es sencillo, sobre todo decidir el paso #1. Es más fácil quedarse en lo conocido y saturado, que en lo espacioso e inexplorado; hay toda una teoría de negocios al respecto.
¿Abrir un mercado sin casos de éxito previos sobre cuales fundamentar nuestra confianza?, ¿componer un nuevo estilo de música para las masas que no sea bajo la armonía de las canciones más populares de todos los tiempos que nos garanticen reproducciones?, ¿meter carreras nuevas en nuestra oferta académica y quitar las que nos han sustentado los últimos 80 años?, ¡qué locura! Bueno, pues lo será si llegas a a ese portal sin un punto de vista propio.
Esa es el primer punto en la receta para superar el bloqueo ante un escenario que nos exija ser los primeros y ser originales, tener un criterio personal del mundo al que quieres abordar.
Y quizá para sorpresa de muchos, esto de la originalidad es medible.
Las casas e instituciones que proveen certificaciones sobre propiedad intelectual usan un término en particular poderoso: Inventiva.
¿Eres capaz de inventar algo? Ellos te ponen esa prueba al poner sobre la mesa de expertos y eruditos en el área sobre la cual creas para deliberar si lo que has hecho tiene un antecedente, si lo tiene, puedes olvidarte de conseguir tu certificado. Si no hay antecedentes, pero lo que lograste es un resultado obvio para cualquiera que le piense un poquito en tu sector o industria, olvídalo de nuevo.
Existen 'marcos de referencia' (llamados 'estados de la técnica'), pero en sí, sirven para explicar tu idea, apalancarla. A grosso modo es como la típica introducción que hoy en día le haces a la idea que tienes para una app: "Es el Uber' de ... (coloca aquí la industria de tu app)".
Sólo podrás obtener tu certificado si no hay ejercicios previos iguales, y así podrán decirte que tuviste inventiva, que en efecto, inventaste algo, fuiste innovador. No descubriste, no mejoraste (para esto hay otros procesos), sino que creaste algo que no existía, que proviene de un vacío.
Tener una patente, por ejemplo, es la punta de la jerarquía intelectual, después vienen todos los que 'copian o roban como artistas', por eso sus efectos e incluso valor conceptual y económico, suelen ser menores.
Ser creativo no implica ser innovador. Ser innovador implica tener creatividad, inventiva e iniciativa (dar el paso #1). A todo esto le llamo ser original. Cuando, sin importar de qué lado ataques una idea, no puedes tumbarla, y hasta cierto punto, ni siquiera cuestionarla. Se construye desde la ignorancia, por eso ni varios en consenso pueden descifrar las vías que tomaste para llegar a los resultados que obtuviste. Simplemente no era previsible, aún y con la infoxación en la que vivimos, lo cual, paradójicamente, forma un nuevo consenso, una nueva realidad en torno a evidencias medibles, cualificables y cuantificables.
Sí, esas ideas, personas y empresas son las menos, una grandiosa minoría, pero no por ello es imposible encontrarlas. A esto me dedico y quiero dedicarme, a buscarlas, crearlas, fomentarlas, asesorarlas.
O sigue haciendo del robar todo un arte, y que te admiren por ser un artista del robo. Tú sabrás que no eres original, ¿mereces todo ese crédito?
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